lunes, 27 de enero de 2014

De persona a persona

Es así como quisiera envejecer, viendo cruzar el mundo en su lenta deriva.

Aprender al fin a decir. Cuestiones cada vez más escuetas. Que no agreguen problemas, que mitiguen los que ya hay.
Una edad personal y discreta. No es justo poner a vivir a otros en el tiempo de uno.

Tal vez proponerles una edad que ni siquiera presientan.
Para envejecer es mejor retraerse. Con discreción, sin decírselo a nadie. Y aprender a callar. Ser amigable con el silencio de lo que a esta hora nos toca.

Envejecer apunta a la responsabilidad. Hay que armonizar la memoria. No ponerse a remendar el fracaso.
Emprender cada día una sola cosa. En el momento en que por fin se puede comprender lo que lleva un día consigo.
No apresurarse ni impacientar. Ni dedicar las horas a vanos balances. Una vida es lo mejor que pudo ser y los tropiezos tienen derecho a pasar.


Envejecer. Dirigirse a unas cuantas personas. Para escucharlas y saber de sus cosas.
Hasta encontrar al que queda entre uno y el miedo.


Escogencia en la que cuente un afecto despierto. Como un viento en la flor más extraña. Y dejarla luego cerrarse en su altivo secreto.


Conviene ejercitar el andar. Entre un paso y otro una detención minuciosa. Caminar con la respiración. Ir por un sendero preferiblemente de piedra.


Envejecer. Un agua serena. Que no se vea casi rodar. Un tiempo noche y día en su cauce secreto.


Dos orillas para recordar. Y saber que algún día tocará atravesar.


Y los libros, leer y escribir. Leer sobre todo. Que escribir sea escuchar una cuantas palabras.


No sé siquiera si ayudarán a cruzar. Envejecer en las palabras. No querer ni intentar alejarse de ellas.


Acaso serán las más improbables. Aquellas que han anochecido con uno. Palabras para mirar. Murmullos para hundirse y volver a salir.


No imagino una vejez en el mutismo. Recelosa. Desconfiada y amarga. Siempre habrá algo que decirse con alguien. La súbita palabra del día dichoso.


Una extraña ternura. Una dejadez. Una sonrisa confiada. Los elementos. El agua y el viento. La tierra y los dedos. Prender un fuego por si alguien quiere acercarse.


Una edad para esperar a alguien. Escribir media página. Algo que merezca decirse de persona a persona.




[También publicado en el portal UdeA Noticias]